Es posible esbozar que los indígenas vivían en el Edén, ese territorio que la Biblia menciona como un paraíso donde reinaba la armonía
Días atrás acompañé a un grupo de compañeros oriundos de Buenos Aires a la Reducción Jesuítica Guaraní San Ignacio Miní. Cada vez que visito ese extraordinario complejo del cual hoy quedan ruinas materiales como vestigios de lo que fue la obra jesuítica que llegó a conformarse por el conjunto de treinta pueblos misioneros, vivo experiencias distintas.
En esta ocasión comencé a sentir la necesidad de conectar con el pasado indígena en América, con el o los momentos de choque cultural, quizá debido a la carga emocional por lo que sucede en Bolivia (un golpe de estado dirigido al primer presidente indígena), tratando de comprender, no sea más que como espectador.
Ese viaje había comenzado en la ciudad de Posadas, con mate en mano en una mañana que anticipaba un día caluroso. Me acompañaba Saúl Kuperman, con quien charlamos durante los 60 kilómetros que une Posadas con San Ignacio en la provincia de Misiones. Ambos hemos visitado las reducciones innumerable de veces, sin embargo esta era la primera oportunidad en que lo hacíamos juntos.
Nuestros compañeros apreciaban admirados el paisaje, las obras viales y la inmensa urbanización en los primeros kilómetros parecía que no concordaba con sus preconceptos acerca de esta parte del país, más adelante los infinitos tonos de verdes y ocres característicos de la zona sur de la provincia nos hizo desviarnos- a modo de parada técnica- hacia el Parque Temático de La Cruz. Estaban maravillados.
En estas épocas de redes sociales, cada 11 y 12 de octubre suelen viralizarse dos frases de Eduardo Galeano, el escritor uruguayo de una de las obras literarias más extraordinarias del continente, Las Venas Abiertas de América Latina. La primera de las frases de las que hago referencia es la siguiente:
Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: «Cierren los ojos y recen». Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia.
Ese cerrar y abrir de ojos lleva ya 500 años de nuestra historia. Implica luchas entre los que vinieron y siguen viniendo, entre los que ya estaban y aunque diezmados en cantidad y culturalmente, siguen estando. Disparó Saúl a minutos de llegar a destino.
Hablamos de independencia hace escasos 200 años, decimos que nuestra patria es libre, no es nada, 150 años o menos si tomamos la noción de la patria grande. Una patria grande que demanda y cuya integración territorial y continental está en pañales, solo hace falta señalar los inconvenientes en relación a la libre circulación de personas, bienes y servicios, de mercado interno, de recursos naturales, de energía y de alimentos.
Hablando de alimentos, llegamos a San Ignacio donde compramos unas chipas con mucho queso para maridar con el mate y nuestros acompañantes abrieron el debate de si corresponde decir la chipa o el chipá. El lenguaje, siempre el lenguaje y la política.
Al ingresar al centro de interpretación, una de las primeras postas donde detenerse expone el siguiente texto:
En 1609, los jesuitas fundaron la primera misión guaraní. Se propusieron difundir su religión entre los indígenas, educarlos y al mismo tiempo, protegerlos de las formas coloniales de explotación.
La estrategia jesuita para propagar el catolicismo fue simple, mantuvieron algunos rasgos de la cultura indígena, aprendieron su lengua y utilizaron el arte como elemento evangelizador.
Pero las misiones no sólo fueron centros religiosos. También promovieron una nueva organización del trabajo y se convirtieron en verdaderas unidades de producción.
En mi rol de anfitrión invité a leer y releer, a reflexionar sobre cada párrafo, a pensar en las fuerzas, en el poder y en la resistencia.
Era el Edén, otra vez Saúl y sus intervenciones. Si trazamos una analogía –prosiguió– es posible esbozar que los indígenas vivían en el Edén, ese territorio que la Biblia menciona como un paraíso donde reinaba la armonía y de donde fueron expulsados Adán y Eva hacia un territorio de disputa, de padecimientos. Los guaraníes vivían de la recolección, el cultivo y la caza, de subsistencia. La tierra les proveía de todo lo que necesitaban para vivir, resguardo ante el sol y la lluvia, de día y de noche, alimentos, medicinas ante problemas de salud y la naturaleza era el eje central de su cosmología. Ellos habían desarrollado un modelo de comunidad que se relacionaba respetuosamente con su entorno, la tierra, los animales, la vegetación, el Sol, la Luna y el resto del Universo a través de las fuerzas de la naturaleza y sus divinidades como Ñamandú y sus tres hijos Karaí, Jakaira y Tupá. Luego de ese choque entre la cultura ancestral y la cultura moderna occidental, los auténticos derrotados de esa conquista son los indígenas, quienes hoy apenas sobreviven en sus comunidades y bajo constante amenaza a sus muy diversas tradiciones culturales.
La otra frase de Galeano, se encuentra en Los Hijos de los Días bajo el título Octubre 12. El Descubrimiento:
En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja.
Al escribir estas líneas me viene a la mente la voz del autor y las repito pausadamente en voz alta.
Una revuelta en el Edén, que lleva 5 siglos igual, una imposición cuya tiranía de corte político, económico y religioso, se basa en exacerbar una desigualdad monstruosa con nuevos actores pero con las mismas formas imperialistas de conquista y el mismo fin, de quedarse con las riquezas naturales. La resistencia hoy grita Patria o Colonia ante el avance armado, mediático y judicial de las élites conservadoras que acechan con un discurso moralista y la biblia en la mano.
El paseo por las ruinas de San Ignacio recién se iniciaba.
Continuará…
* Ya que estamos pueden leer estos dos artículos
Del proceso de cambio al golpe de Estado
PENSAR BOLIVIA CON EL CORAZÓN EN LA BOCA
Después de trece años de gobierno, la prensa internacional pasó de preguntarse si un indígena podía gobernar un país a destacar los resultados económicos del fenómeno boliviano.
http://revistaanfibia.com/ensayo/pensar-bolivia-con-el-corazon-en-la-boca/