Pensando en el país y no en la administración de la furia. Por MBA. Luis Herrera Romero para Revista Quántica http://quantica.pe/gobernar-para-el-futuro/
En un reciente artículo publicado en el Diario El País de España, titulado Gobernar la crisis, el filósofo Daniel Inneraty señalaba que “gobernar bien es imposible si la política no explora el horizonte y continúa cerrando sus ojos a los problemas incipientes”, es decir, si es incapaz de prever las crisis futuras, tales como, el cambio climático, las migraciones, el abastecimiento de la energía, el envejecimiento de la población, el fenómeno del niño y otros sucesos que se sabe plenamente que ocurrirán pero no cómo ni cuando.
En ese sentido, es claro que la coyuntura actual se enmarca en un total y absoluto olvido de los previsibles problemas que nuestro país vivirá en el futuro; desde ninguna tienda política, se ha planteado que hacer frente al envejecimiento poblacional que nos obligará a fortalecer los sistemas previsionales, los mecanismos de protección a la población vulnerable y generar más puestos de trabajo para apoyar su desarrollo de aquí hacia el futuro; ni tampoco, como afrontaremos los previsibles problemas energéticos y salud que tendremos por la reducción en la provisión de agua producto del cambio climático; entre otros problemas que hoy podemos imaginar pero que cuando los comprobemos, posiblemente sea tarde para revertirlos.
Este olvido de los problemas futuros se ocasiona por distintas razones, por un lado, la tozudez ideológica de partidos con ideologías que fueron conceptualizadas hace más de cien años, preconizadas por políticos que llevan más de 30 años repitiendo sus corrillos ideológicos pero que en la práctica han demostrado estar desfasadas para gobernar un futuro que cambia año a año; por otro lado, los intereses de aquellos grupos de poder que realizaron la inversión más rentable de la historia corrompiendo el poder político y finalmente, la reconocida incapacidad de la administración pública para lograr sus objetivos.
En este contexto, las redes sociales y los medios de comunicación al unir en tiempo real la ansiedad ciudadana por que se satisfagan sus necesidades inmediatas con el espectáculo de la corrupción, exacerban los sentimientos de furia de la ciudadanía; sentimiento que se agrava ante la evidente lentitud para investigar y juzgar estos hechos; por lo que el escenario político se vuelve caótico y en él, la posibilidad de que surja una opción política que ofrezca administrar dicha furia se hace completamente posible. No alguien que vea y gobierne de cara al futuro, sino que ofrezca destruir todo lo malo, perseguir a los corruptos y rehacer el modelo de vida; como ofreciera Hitler en la Alemania de los 30 y Hugo Chávez en la Venezuela de los 90 y cuyas consecuencias conocemos todos.
Lo que requerimos con urgencia son opciones políticas que sepan leer la furia ciudadana y canalizándola, le expliquen a la ciudadanía que sólo proyectándonos a las condiciones de futuro podamos crecer como un país viable; no serán las ideologías los que nos saquen adelante sino las decisiones que tomemos hoy de cara al futuro; controlar el tamaño de la administración pública, interconectar el territorio, diversificar e incrementar la productividad, expandir mercados, aumentar puestos de trabajo, controlar la migración, desarrollar represas, recuperar el control del gas, potenciar la educación pública y las redes de salud; modificar la norma procesal para hacer expeditivo la investigación y juzgamiento de la corrupción, controlar los monopolios, entre otros, son decisiones que hoy deben adoptarse, con un claro criterio de gestión, dentro de un plan de desarrollo nacional, al menos para los próximos 30 años.
La tarea será ardua, pero ¡Se lo debemos al futuro!