¡Papiiiiii! ¡Vinisteeeee!
Ando buscando la verdad, el saber absoluto del absoluto y a la felicidad me la encuentro en lo más contingente de la existencia: cada vez que vuelvo a casa ¡zaz! Viene el abrazo de mi Lucero (2 añitos) al grito de ¡Papiiiiii vinisteeeee! *
Soy padre de cinco hijes, o dos. Una simple pregunta que no tiene una sola respuesta, pues si me remito a lo biológico soy padre un hijo y una hija, Joaquín y Lucero. Sin embargo en mi hogar somos 7, pues Claudia, mi compañera, mi pareja en esto que es la familia, con quien convivimos en un precioso hogar hace más de 10 años es madre además de tres chicas, Maga, Joy y Dana.
La cosa es que Joaquín, de 8 años, por estos días anda explorando nuevos límites, y eso implica que en mi rol de padre sienta una angustia de la que no acuerdo como salir. Ante una de sus cotidianas macanas Claudia lo induce a retractarse y pedir perdón, y ¡zaz! Viene una de las respuestas más incómodas: ¿Y si no quiero?
Para hacer más ameno el artículo vamos a arrancar con una canción.
Cualquier argumentación le resulta insuficiente a Joaquín, quien retruca desafiante No me importa, tensionando cada vez más la interacción con la madre. Ésta al ir quedándose sin argumento va levantando la voz y comienza con las amenazas, como si de esa manera lo va convencer de cambiar la postura al hijo decidido a poner a prueba sus límites. ¿Y si la consecuencia no importa más allá de conocer el otro lado de ese límite? ¿Y si no interesa responder como otros esperan? Quizá exista algún accionar lógico, racional, correcto y /o parcialmente efectivo. No tengo certezas.
Cada vez que se da este tipo de situaciones no me sorprenden, me parecen casi obvias. Sin embargo son situaciones, cual moebius, donde no conozco una solución mágica, menos aún una resolución definitiva. Como aquello del huevo y la gallina, trabajar para vivir o vivir para trabajar.
Descubrir, explorar, conocer, cuestionar, proponer, aprender, evaluar, compartir, guardar, sentir, avanzar, liberarse, encerrarse, volver, querer, llorar, emocionarse, caerse, levantarse, tener éxito, fracasar, adquirir experiencia, pensar, expresarse, morirse. El lenguaje, ¿Es todo? Es insuficiente.
Nos hacemos preguntas que no encontramos las respuestas y elegimos creer en improbables. Lo hacemos por incapacidad y limitaciones en la construcción del conocimiento científico. Lo hacemos construyendo muros (donde nos encerramos) a través de la metafísica, cosmología, mitología y teología, o un mix de todo. Elegimos lo que nos sirva para justificar que existe alguna razón – o no- por la que somos y estamos aquí y ahora. Aunque nos entendemos como seres limitados nos resulta imperativo enmarcar nuestra vida en una senda de comprensión de nuestro mundo, con bases morales, lo que está bien y lo que está mal. Estos marcos, a su vez, son dinámicos y con constantes límites movibles, en relación al tiempo y al espacio, al lenguaje y a las relaciones, cuyas interacciones elegimos creer que son (o no) casuales. Nos condicionan.
Ante esto tenemos algunas certezas: todo ser vivo cumple su ciclo, empieza por nacer y termina muriendo, nacemos y morimos. En el medio la vida, pero la certeza es que todo ser vivo con los que coincidimos en este aquí y ahora, tenemos en común que no somos inmortales. Otra certeza es que el pasado no vuelve, pero deja consecuencias de su paso en el presente, como es el caso de los muertos y de las deudas. El presente es efímero, deja de serlo casi instantáneamente. Respecto a la relación con el futuro es de esperanza, no más que eso.
Para ponerle un poco de insignificancia a nuestro paso por este mundo, se dice que desde la extinción del Homo neanderthalensis, hace 28 000 años, y del Homo floresiensis hace 12 000 años (debatible), el Homo sapiens es la única especie conocida del género Homo que aún perdura. La expectativa de vida ronda los 80 años, por poner un número. ¿Qué son 80 años en 12.000? Se estima, también, que somos alrededor 7 mil millones de personas las que habitamos el mundo. ¿Qué tan importante es una persona? A su vez, el Universo. Es toda la naturaleza que nos rodea, infinita en el espacio y en el tiempo, y que incluye en sí una multiplicidad innúmera de formas de la materia cualitativamente distintas, entonces, cuando miramos al cielo ¿Qué lugar ocupa nuestro planeta en el Universo?
Diálogo 1:
-Apagá el aire acondicionado, no vamos a poder pagar la boleta de luz.
-Pero hace calor.
Diálogo 2:
– Hola, ¿Cómo estás?
– Todo bien. ¿Vos?
Diálogo 3:
– ¿Puedo comer la torta?
– ¡No comas la torta hasta que se cante el feliz cumpleaños!
Diálogo 4:
– Papá me corté el pelo, tenía algo pegado, fue por una buena causa.
– (…)
¿Son diálogos de interés natural, cultural, político o económico? Son diálogos de interés natural, cultural, político y económico.
Vuelve la angustia por encontrar una razón. Y si no hay, si es casual y no causal.
Big Bang, Génesis. Cada uno de nosotros venimos del esperma que primo sobre los demás, y a su vez nuestros progenitores también, ¿Casual? La certeza es que en ese nosotros (como especie) reconocemos que no estamos solos. Está el otro.
https://www.youtube.com/watch?v=8PrPF5LVzh0
Pero ya que estoy en este mundo, ¿Qué hago?
¿Y si todo lo que conozco no es real, como relata Platón en Alegoría de la Caverna?
Sobre qué hacer, sin dudas elijo crear, condicionantes de por medio. Crear por crear, dar vida o existencia algo, hay quienes quitan.
Trato de ocupar mis tiempos haciendo algo entretenido, aunque no puedo evitar aburrirme, cansarme.
Para adaptarme me muestro extrovertido, en constante competencia, sin embargo tengo mi lado introvertido, por qué no, reprimido. Es que no entiendo que seamos libres.
Mi cuerpo es mi trinchera de resistencia, coincido en eso con el análisis de Michel Foucault referentes al cuerpo, la belleza física y el consumo, poder y resistencia. Quizá por ello admiro, por ejemplo, a Estanislao Fernández, Dyhzyx como se hace llamar. Por qué le uso de ejemplo, ¿Yo sería un ejemplo? ¿Para quién?
Sobre el otro y lo colectivo, busco en parte consciente y en parte inconsciente, ser parte de algo, pero ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Es necesario? ¿Importa? No sé.
Extrañamente, o no tanto, me llama la atención las formas de producción por las que atravesamos como sociedad, esa relación (más o menos respetuosa) entre la naturaleza y el hombre, qué configura el medio ambiente (como entorno), la humanidad (en tanto hogar común o al servicio de). Mi certeza es que lo natural es anhelar sobrevivir y hacerlo libremente, pero al reconocer al otro eso se torna imposible por definición, aparece el consenso y las reglas de convivencia, parece la política.
Nos servimos de nuestro medio, por medio de la extracción de los recursos que nos provee, recursos que utilizamos para producir y cuyas sobras son devueltas al medio a modo de desecho, es decir, diezmamos y contaminamos nuestro ambiente para satisfacer nuestras demandas (humanas). Esa simbiosis con la naturaleza, o sometimiento por parte del hombre, parece tener como fin pasarla bien, o dejar algo a otros, o demostrarse como un ser que domina su entorno, otra vez, no sé.
En fin, vivir (y morir) con el otro, en un entorno común, invita a cuestionar la existencia y el valor de ella. Pero, ¿Quién vale más? ¿Que vale más? ¿Qué es justo? ¿Quién es justo? ¿Continúa la existencia después de la muerte y de lo que llamamos nuestro mundo? ¿Hay alguien o algo por encima del hombre? ¿Hay imposibles? ¿Es malo cuestionar y poner en duda la existencia de Dios como respuesta?
Ante esto, simulamos escapar o enfrentarnos al espejo, como si fuese posible. Un espejo es un reflejo de lo que somos, pero a la vez ese reflejo está caracterizado con categorías que elegimos entre aquellos que conocemos, biológicos, estéticos, sociales, morales. También solemos recurrir a una mirada externa, desde la psicología, por ejemplo, a quién como disciplina le exigimos que nos de respuestas de nuestro interior, que ponga una luz a lo que por oscuro no podemos ver.
Y otra vez La Alegoría de la Caverna, las sombras, el encierro, la iluminación, la libertad, las realidades y esa necesidad de volver a iluminar a quienes, desconfiados, se resisten.
Para finalizar este -minimalista- mboyeré (amalgama, mezcla) de preguntas y No respuestas, que no llegan a satisfacer la necesidad de conocimiento, invito a vincularnos con la muerte (y la vida), con algunas formas de posicionarse ante esa certeza (y las incógnitas).
Con sentido, vale la pena morir (o dar la vida) por el otro o por los ideales sobre el mundo, como se dice de Jesús, el soldado Cabral, el Che, los mártires de las luchas sociales.
La muerte antes de nacer.
Esperar la propia muerte
Ver el más allá, como un sueño
Sobre la vida…
Y sobre la paternidad
Pensar a la paternidad. Una charla de vínculos, tensiones y acuerdos.
* Adaptación del twit de Darío Sztajnzrajber
Un señor me paró en la calle y me dijo "¡ey, estás en forma!"
Uno buscando el saber absoluto del absoluto y terminás encontrando la felicidad en lo más contingente de la existencia…— Dario Sztajnszrajber (@sztajnszrajber) November 21, 2019